Día 35
Poder en la debilidad
Muchos de nosotros pasamos años huyendo y evitando partes de nosotros mismos que vemos como debilidades. Puede ser bueno para detectar sus debilidades, pero cuando se trata de compartir esas cosas con los demás, podemos tender a retraernos y no dejar que los demás conozcan la verdad sobre nosotros mismos. ¿Cuántos de nosotros hacemos esto mismo con Dios? Lo dejamos entrar lo suficiente para que se ocupe de las cosas con las que nos sentimos cómodos. Pero cuando se trata del pecado, las adicciones, los dolores, la falta de perdón y las cosas reales que realmente necesitamos dejar ir, no estamos dispuestos a hacerlo. A menudo, esto se debe a que dejar ir esas cosas significa dejarse debilitar y admitir cuánto necesita a Dios en su vida. El enemigo quiere tentarnos a creer la mentira de que la debilidad es algo que debe evitarse a toda costa. Pero en el Reino de Dios, tu debilidad es clave para que el poder de Dios descanse en tu vida. Cuando finalmente dejes de resistir la debilidad, el poder de Dios se perfeccionará. ¿Estás dispuesto a llegar hasta el final de ti mismo para ver el poder de Dios en tu vida? Humíllese y esté dispuesto a ser quebrantado por causa de Su nombre, para que el poder de Dios se manifieste a través de su vida.
Oración:
Dios, te doy gracias por mis debilidades. ¿Revelarías alguna debilidad en mí que no veo? Quiero que mi vida refleje tu poder. Dios, oro para que sea fácil que Tu poder se vea en mi vida. Muéstrame cómo es llegar al final de mí mismo. ¡Confío en ti! En el nombre de Jesús, amén.
Escritura:
2 Corintios 12:9-10
9 pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 10 Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.